Asistentes inteligentes, que no lo son tanto

Asistentes inteligentes, que no lo son tanto

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Parece que se viene un cambio de paradigma en lo que hasta ahora veníamos conociendo como “Asistentes de voz inteligentes”, Cortana, Siri y sobre todo Google Assistant y Alexa.

“Todos eran tontos como una roca”

Satya Nadella

La frase, la dijo el CEO de Microsoft Satya Nadella hace unos días en el transcurso de una entrevista en el Financial Times. El tema, es que es algo que cualquier usuario de Google Assistant y Alexa llevamos gritando a los cuatro vientos hace bastantes años. La ironía, es que es algo que mi abuelo de 90 años hubiera dicho a los veinte segundos de estar interaccionando con cualquiera de ellos.

¿Estamos ante una repentina epifanía del CEO de Microsoft? Por supuesto que no. Aquí nadie da puntadas sin hilo. Nadella estaba reconociendo las tremendas limitaciones de los asistentes de voz en el mismo momento que anunciaba la inclusión de ChatGPT en el buscador Bing. Es decir, en su propio motor de búsqueda y con el que pretende disputar la actual hegemonía de Google.

Justo ahora, que debido al éxito de ChatGPT y a las grandes inversiones que en el desarrollo de IA está realizando Microsoft proyectan sobre la empresa la imagen de liderar dicho campo.

Alexa es vista simplemente como un radio reloj glorificado

Benedict Evans. Analista tecnológico independiente

Desde tener que repetir una instrucción varias veces hasta que consigue ejecutarla u ofrecer respuestas limitadísimas aún en preguntas sencillas, hasta ser incapaz de encadenar dos comandos de voz consecutivos, pasando por las “skills” que inexplicablemente dejan de funcionar y acabando por la imposibilidad de crear rutinas mediante la voz; hacen que la anterior definición de Alexa se ajuste mucho más a la realidad que lo pretendido por la propia Amazon.

Si hay un ecosistema donde se espera como agua de Mayo la inclusión de algún tipo de inteligencia artificial, es desde luego dentro de la domótica en general y en los altavoces inteligentes en particular. Los avances habidos a la hora de humanizar las voces -sobre todo de Alexa, compactar el tamaño de los altavoces, ofrecer una buena reproducción de música y llegar a acuerdos con cientos de empresas para poder controlar sus dispositivos; no han tenido continuidad en todo lo relativo a la interacción con ellos.

Personalmente, no pretendo tener conversaciones profundas con mis altavoces inteligentes, pero sí que pueda darles instrucciones de forma menos pautada y cerrada. Que pueda pedirles algo tan básico como “apaga la luz del salón y enciende la del despacho”.

Esperemos que la gran eclosión de todo lo relacionado con la IA resulte en un punto de inflexión que permita a los asistentes de voz convertir a los altavoces en algo realmente inteligente.